Frecuentemente nos encontramos con pacientes y deportistas que refieren consumir “limpio o saludable”, rechazando la ingesta de harinas de trigo y optando por una alimentación con mayor cantidad de carnes y verduras, en busca de obtener una menor masa grasa y un mejor rendimiento deportivo.

La alimentación en la dieta Low Carb, dependiendo de las calorías consumidas y necesidad de nutrientes específicos, está caracterizada por un alto aporte de proteínas (fiambre, carne, queso y huevo) y a la vez por una privación en el consumo de hidratos de carbono (principalmente de frutas con mayor contenido de este nutriente, cereales, legumbres y panes integrales) a lo largo del día.

Esta dieta de moda actualmente muestra resultados engañosamente positivos en el corto plazo, evidenciando un rápido descenso del peso.

Sin embargo, dicho cambio corporal se realiza a expensas de los líquidos almacenados en el músculo en forma de “glucógeno muscular” (modo en que los mismos reservan energía para la actividad física), no reflejando una pérdida de la masa grasa sostenida en el tiempo.

Como consecuencia, se genera un desabastecimiento de las reservas corporales de energía muscular y cerebral. Los deportistas manifiestan síntomas como dolor de cabeza, deseo de consumir un alimento dulce en horas nocturnas, mal aliento, hambre y cansancio crónico entre otros.

A los pocos meses de iniciada esta forma de alimentación provoca un “rebote en el peso corporal” y dificultad para mantenerse distantes de los alimentos que fueron inicialmente excluidos.

Por otro lado, las investigaciones realizadas concluyen que los efectos a largo plazo de esta tendencia alimentaria acarrean importantes riesgos para la salud, tales como: mayor excreción de calcio por vía urinaria, osteoporosis, cálculos renales, aumento del colesterol sanguíneo, problemas cardíacos, entre otros.

SÍ A LOS HIDRATOS

La mala prensa que tienen los hidratos de carbono al asociarse directamente con el aumento del peso corporal, no ayuda en la actualidad a fomentar su consumo. Sin embargo, estos cumplen un rol fundamental en el organismo al ser la principal fuente de energía para todas las funciones corporales y cerebrales.

A la hora de hacer actividad física, se caracterizan por ser ahorradores de proteínas, evitando de esta manera la ruptura de fibras musculares, retardando la fatiga y logrando que entrenemos mejor.

LAS 4 LEYES DE LA ALIMENTACIÓN

Para finalizar, debemos considerar que un plan nutricional óptimo es aquel que reúne:

  • Calidad, asegurando un adecuado aporte de hidratos de carbono, proteínas, lípidos, vitaminas y minerales para mantener el correcto funcionamiento de los órganos.
  • Cantidad, proporcionando alimentos suficientes para cubrir las demandas energéticas del organismo.
  • Armonía, garantizando una correcta proporción de macro y micronutrientes.
  • Adecuación, promoviendo una alimentación específica para cada individuo en particular, según su situación fisiológica, época de su vida, gustos y horarios, entre otros.

Un adecuado plan de alimentación será siempre aquel que busque hacer descender el peso corporal a expensas de la masa grasa del individuo y no de la masa muscular. Ello se logra a través del consumo de cereales, panes integrales, frutas y verduras. De esta manera se mantendrán los niveles de energía durante el día, permitiendo un descenso paulatino y saludable del peso, mejorando indefectiblemente el rendimiento deportivo.

¡Liderá tu alimentación!


María del Rosario Casal

Lic. En Nutrición UBA-M.N.8094

Directora de NDA Nutrición en Acción-@nutricionnda

Web: nda.com.ar

Contacto: info@nda.com.ar